La mejor forma de analizar la calidad del aire y reducir el riesgo de contagio es medir el CO2.
Son muchos los estudios y expertos que apuntan a la necesidad de vigilar el CO₂ en vez de apostarlo todo a la limpieza de superficies contra la COVID. El 75% de los contagios de la COVID-19 tiene lugar en espacios interiores. Considerando que, aproximadamente, pasamos un 90% de nuestro tiempo dentro de edificios, oficinas, colegios, supermercados, comercios, centros de salud… Es evidente que se han de tomar medidas. Medir la cantidad de virus en el aire es muy complejo, pero medir el CO₂ es un buen método analítico para evaluar el riesgo de contagio.
«La monitorización de la calidad del aire interior en tiempo real nos permite anticiparnos a episodios de contaminación puntuales y solucionar el problema antes incluso de que se produzca. Además, es una herramienta de diagnóstico rápido y útil, que permite seleccionar las mejores soluciones de calidad del aire interior para problemas concretos.»